Si cuidas de una persona mayor —como, por ejemplo, tu padre o madre, un tío, tu madrina o tu suegra— la muerte de un cónyuge o pareja podría ser una situación que tendrías que manejar.

La muerte de un cónyuge a cualquier edad es una experiencia que cambia la vida. Además de los impactos psicológicos como la depresión, el duelo puede tener consecuencias físicas como insomnio y pérdida del apetito. Para las personas de edad avanzada, el duelo puede tener un efecto devastador en su sistema inmunológico y hacer que pierdan interés en su propio cuidado. Esto puede explicar, en parte, por qué muchas personas mayores experimentan un grave deterioro de la salud o incluso fallecen poco después de la pérdida de un cónyuge. El riesgo de que una persona mayor muera dentro de los primeros tres meses posteriores a la muerte de su cónyuge aumenta considerablemente. Después de una muerte, el cuidado físico y emocional adecuado para el cónyuge sobreviviente es un componente esencial del cuidado de personas mayores.

Si bien la mayoría de las personas mayores se adaptan gradualmente a la vida sin su cónyuge, aún existen muchos retos que enfrentar.

La pérdida de independencia es uno de los primeros retos. A veces, las parejas con salud frágil o enfermedades mantienen juntas su independencia compensándose mutuamente. Una esposa con movilidad limitada puede depender de su esposo para que la ayude a subir y bajar las escaleras o cargar artículos, como comestibles. Ella, a cambio, podría estar cubriendo su pérdida de memoria asegurándose de que se tome su medicación, pagando las facturas o sirviéndole de lazarillo en las tiendas. En estos casos, cuando una persona mayor pierde a su cónyuge, se hace evidente su incapacidad para manejar las tareas diarias por sí misma. Una evaluación de la capacidad del cónyuge sobreviviente para vivir de forma independiente es un aspecto importante de su cuidado.

Incluso para las personas mayores que gozan de buena salud, es probable que haya muchas tareas nuevas y agobiantes que tengan que aprender. Muchas parejas que llevan muchos años juntos han establecido roles dentro de su relación, donde uno de los cónyuges es el único responsable de una determinada función. Por ejemplo, a muchos hombres nunca se les ha pedido que preparen una comida o laven su ropa y, en consecuencia, pueden tener dificultades con las tareas domésticas. O, si la responsabilidad de pagar las cuentas y administrar los fondos recayó en el hombre, una viuda puede sentirse perdida cuando se enfrenta a decisiones financieras. Tener que adquirir estas nuevas habilidades durante un período de duelo puede parecer abrumador.

De otro lado, las personas mayores que sufren la pérdida de un cónyuge pueden sentirse sumidas en el aislamiento. Si vivían de forma independiente, no en un hogar para ancianos, el cónyuge sobreviviente ahora está solo. A menudo, las parejas mayores siempre están juntas y, por lo tanto, no sienten la necesidad de desarrollar una red social más amplia. La pérdida de su compañero de toda la vida se siente en todos los aspectos de su día, además de tener que dormir solo, posiblemente por primera vez en décadas. Las comidas, las rutinas y las salidas pueden descuidarse y hacer que el cónyuge sobreviviente quede atrapado en un ciclo continuo de depresión.

Estas son algunas cosas que puedes hacer para ayudar a una persona mayor a adaptarse a los nuevos desafíos que enfrentará:

  • Asegúrate de que esté segura y sea capaz de arreglárselas sola en su hogar. Si no es capaz, ayúdala a establecer la asistencia que necesita (otros familiares, un ama de llaves, etc.). Si esto no basta, ayúdala a encontrar un arreglo de vivienda alternativo.
  • Ayúdala a aprender cómo dominar nuevas tareas y responsabilidades. Trata de que las instrucciones sean simples y sé paciente, ya que la persona puede abrumarse fácilmente en este momento.
  • Llama y visita cuando puedas. Déjala hablar, aunque parezca que la entristece. Expresar sentimientos es una parte importante del proceso de duelo.
  • Anímala a construir una red social encontrando actividades para las personas mayores en su comunidad.
  • El duelo es una respuesta natural a la muerte de un ser querido y un proceso de duelo saludable puede durar meses o incluso años. Sin embargo, en ocasiones las personas mayores experimentan un duelo continuo que no disminuye y que requiere atención psicológica. Invita y asiste a la persona a buscar ayuda de un psicólogo, psiquiatra o incluso de un líder de su iglesia. 

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