¿En qué se relacionan el dinero y una buena alimentación?
Quizá te sorprendería saber que ambos van muy de la mano, ya que a veces la cantidad de dinero con la que contamos para comprar comida en el supermercado dicta la calidad de nuestra dieta. Los artículos que tienden a ser los más importantes para mantenernos saludables también tienden a ser los más caros. Por eso, si queremos tener una dieta rica en frutas, vegetales, pescados y carnes magras, debemos ser conscientes de cómo utilizamos nuestro dinero. Aquí te damos algunos consejos sobre cómo hacer que tu dinero rinda para que tu salud te lo agradezca.
Haz un presupuesto mensual
¿Sabes bien cuáles son todos tus gastos mensuales? Todos deberíamos saberlo; así podemos ahorrar para emergencias o darnos algún gusto. Haz una lista de tus gastos esenciales: agua, luz, teléfono, plan médico, medicamentos, alquiler/hipoteca, etc. Lo que gastas en comida también es un gasto esencial, así que inclúyelo en la lista. Así sabrás con certeza con qué cantidad cuentas para planificar bien tus comidas saludables.
Planifica tus comidas
Prepara un menú semanal antes de ir a hacer la compra. Mira tu alacena para ver qué puedes cocinar y qué ingredientes necesitas conseguir. Además de quitarte una preocupación diaria, planificar tus comidas te ayuda a ahorrar en víveres porque compras exactamente lo que necesitas y no por impulso. Esas compras por impulso en el supermercado, además de que generalmente no son buenas para tu salud, te quitan unos centavos aquí y unos cuantos dólares allá que, cuando se suman, se convierten en verdaderas fugas de dinero.
Cocina en grandes cantidades
Qué maravilloso sería no tener que cocinar todos los días, ¿verdad? ¿Cómo lograrlo? Fácil: cocina en grandes cantidades y guárdalo dividido en porciones para calentar a lo largo de la semana. Puedes preparar comidas fáciles de cocinar en grande, como pastas, arroces y sopas. ¡Congélalas y resuelve! Además de ser superconveniente, tener comidas listas te ayuda a no gastar dinero en comer afuera cuando, por alguna razón, no puedes ni deseas cocinar. Por ejemplo, imagina que pasas toda la tarde en el médico o haciendo diligencias. ¿Vas a tener ganas de ponerte a cocinar después de un día tan agotador? Apostamos a que no. Entonces es cuando las comidas que tienes preparadas te van a salvar el día. Puedes guardar estas comidas y consumirlas por hasta 3 meses. Hay mejores cosas en qué pasar el tiempo en lugar de estar cocinando, como, por ejemplo, jugar con los nietos.
Evita los antojos y las meriendas no saludables
Como mencionamos antes, algunas veces hacemos en el supermercado compras por impulso que no necesariamente son artículos saludables. Otras veces, tenemos antojos de comidas altas en harinas refinadas y azúcares. Podrías decir: “¡Yo me lo merezco!” ¡Y tendrías razón! Pero, también mereces buena salud y calidad de vida. Sabemos que esas comidas en exceso son dañinas, especialmente para ti que, al ser mayor de 65 años, debes darle cariño y cuidados extra especiales a tu cuerpo. Evita gastar tu dinero en dulces, chocolates, helados y galletas. Mejor compra meriendas altas en fibra y otros nutrientes, como frutas, nueces, quesos, yogur y otras delicias saludables.
El agua es mejor que el jugo
¡Qué ricos son los jugos! Pero, no todos los jugos son iguales. Algunos son pura azúcar y sabores artificiales. ¡Y qué caros pueden ser! Lee bien los ingredientes. Asegúrate de que contengan fruta real y poca azúcar. Los jugos pueden parecer saludables, pero en su mayoría carecen de valor nutricional. No son un sustituto de fruta fresca. En todo caso, inclínate por el agua. El agua sola tiene incontables beneficios, como prevenir el estreñimiento, mejorar la digestión, estabilizar los latidos del corazón, proteger los órganos y tejidos, y mantener el equilibrio del sodio en el cuerpo, entre muchos otros. ¡Y es mucho más económica!
Las frutas congeladas son igual de buenas que las frescas
¿Te sorprende saberlo? El Consejo Internacional de Información Alimentaria, sustentado por numerosos estudios, afirma que las frutas y los vegetales congelados no solo son igual de saludables que sus contrapartes frescas, sino que, en algunas ocasiones, son hasta mejores. ¿Cómo? Porque las frutas congeladas se congelan pocas horas después de cosecharse, cuando más llenas de nutrientes están. Por el contrario, las frutas “frescas” llevan tiempo cosechadas y perdiendo nutrientes en su proceso natural de descomposición. Y las frutas congeladas, además de ser igual de buenas, ¡son más económicas! Una caja pequeña de fresas frescas te puede costar casi $6, mientras que una bolsa de 5 libras de fresas congeladas cuesta alrededor de $10. Ah, y no olvidemos que duran más. Mientras menos viajes al supermercado tengas que hacer, más ahorras.
Excelente!